El vecino ensaya otra vez. La misma música. Papá dice que si es tonto. Que si no se sabe ninguna otra. Habla solo. Sube el volumen al televisor. Le aprieta al mando. Fuerte. Como para que suba más. No sé si el vecino la escucha. Toca. Toca y toca. Repite la melodía. Una vez. Otra. Otra. No sé si escucha nuestra tele y el concurso de las preguntas. El presentador lee en la tarjeta. De qué color es la bandera de Austria. Lo pregunta. Tiempo. Cuarenta y cinco segundos. Papá responde. Solo. Rápido. Rojo. Blanco. Negro. Responde sin pensar. Le habla a la tele. Treinta segundos. Huele ya la cena. Patatas. Puré de patatas. Y salchichas. Quince segundos. El vecino empieza la canción otra vez. ¿Escuchará nuestra tele? Ya. Tiempo. Ya. Es roja, blanca, roja. La bandera de Austria. Papá se levanta a por otra cerveza. En el pasillo hay un zapato. La suela está casi fuera. Junto a la ropa para lavar. Cuando mamá va a poner una lavadora, deja toda la ropa sucia en el pasillo. Ka a veces se tumba encima. Como si fuera una cama. No sé dónde está. Miro debajo de mi cama. No. Miro en el baño. En la esterilla de la ducha. Nada. Meto la suela dentro del zapato. Para que papá no piense que ha sido Ka. A veces se enfada con él. Lo deja encerrado en el cuarto. El presentador pregunta otra vez. Que quién escribió la Odisea. Mamá nos llama. Ya está la cena. El vecino sigue tocando. Me siento rápido. No me gusta cenar con papá. Me pregunta cosas. Siempre. Siempre quiere saber. Si atiendo en clase. Si hoy he jugado al fútbol. Si hablo con los otros niños. Como rápido. Antes de que venga. El puré quema. Mamá le ha puesto perejil por encima. Ka no viene. Siempre que huele las salchichas viene y me pide. No viene. Me como las dos. Dejo algo de puré. Quema todavía. Mamá friega las sartenes antes de sentarse a cenar. Ya. Me llevo lo que queda de zumo de manzana al cuarto. En el pasillo el zapato tiene otra vez la suela casi fuera. Miro si Ka está debajo de mi cama. Sí.
Fin