
Sábado noche
Ya no hace frío pero ve humo por encima de los tejados. Sobre el del bar también. Está la gente de siempre. Comen carne asada que echan en la lumbre. Mientras se hace, beben. Vasos blancos, vasos rojos y vasos amarillos. Beben. Le gusta estar ahí. Algunos sábados va. Se queda a dormir allí. En el pueblo donde vivían sus padres. Sus abuelos. Mañana vuelve temprano, piensa. Mientras bebe. Miran fútbol en el televisor. Pide más cerveza. Casi nadie habla. La hija del dueño ya no ayuda a su padre. Ya no vive con él. El hombre está más gordo y viejo. Sale a darle la vuelta a dos o tres trozos de carne. Vuelve. Más bebida. Más. Enjuaga un plato. Corta pan. Saca de detrás más carne. Comen. Beben. Mira el fútbol también. No habla. Más cerveza. Un perro asoma la cabeza. Quiere entrar. Alguien hace como que da una patada. El animal huye. Todos vuelven al televisor. Comen y beben. La carne sienta bien. Calienta. Huele a chimenea. Como la ropa. Como la piel. Como los pulmones. Fuman. Saliva en la boca. Mezclada con vino. Con grasa. Tragan. Está bien así. El partido acaba. Piden más. Pero él se va. Mañana, piensa. Cuando sale, un perro quiere acercarse otra vez. No sabe si es el mismo de antes. Después de la iglesia se queda un rato quieto en el puente. Mira que no venga nadie y se queda más quieto aún. Abajo. Todo es negro. Devora. Se marcha. Se marcha pero antes escupe. Abajo.
Fin