Ruido de dormir

Autobuses frente a la estación principal. Dresde. Año 1.941.

Entran autobuses en la estación. Ahora mismo. Siempre, a todas horas, pero ahora mismo entran tres a la vez. Se ha hecho de noche fuera. No sé. Con la tele no me he dado cuenta. Pienso en bajar a tomar algo. Y no. No tengo ganas de nada. De ver nada. A nadie. Si bajo, me comeré un bocadillo o lo que sea. De jamón o de lo que sea. Pero no. Ya salen. Más. Las puertas enanas no pueden con la gente. No pueden con toda la gente que se baja, que no se reparte bien. Tienen cara de enfado o son las luces, que no arden bien. No sé. Siento un poco de asco. No quiero montarme otra vez. Irme. Mañana. No quiero. No quiero quedarme pero tampoco irme. Es asqueroso. Un monstruo ama su laberinto. Algo así. Algo así he leído. Donde sea. Seguro que sí. Seguro que en Grecia, en esas islas con laberintos y reyes y héroes, el minotauro odiaba lo de fuera. A los de fuera. No me puedo curar. Siento que no. De este asco no. Me levanto a echar las cortinas. Enciendo la lámpara. Me echo en la cama y me vuelvo a levantar a darle al botón de la luz, de la lámpara: a oscuras se está mejor. Con la tele. Miro las imágenes. Quietas, agotadas. Todo lo mío, el pasado, mi pasado, mis recuerdos, todo son imágenes. Todo imágenes. Ha habido otro atentado. Otra bomba en F.. Trato de imaginarme tantos muertos como dice el presentador de las noticias. ¿Cuánta gente se ha bajado del autobús verde? Sí, puede que más o menos los mismos. Unos cuarenta y algo o así. A un autobús de esos le caben unos cincuenta y cinco asientos. Pero no iba lleno. La gente era muy torpe. No se ordenaban. No se turnaban. Para salir. Pero el verde no iba lleno. No. Qué asco. Lo pienso: qué asco. En otra parte del mundo se han cargado a cuarenta y algo con una bomba y aquí otros cuarenta y pico se bajan enfadados de su autobús porque la puerta es enana y no pueden salir bien. Cosas así. Ver cosas así lejos de casa me da asco siempre. En casa también. Pero lejos es peor. Estar fuera de casa me parte el corazón. Quiero decirme algo así. Antes de dormir. Antes de dormirme quiero decirme algo así. Que estoy aquí por el ruido. En el hostal de la estación siempre hay ruido. Casi nadie se aloja aquí. A lo mejor algún conductor. Algún mecánico. No puedo estar en otro sitio. No soporto el silencio. Creo que no. No sé por qué. No sé si es desde lo del abuelo. Ya nadie se acordará del abuelo y yo sigo sin poder dormir bien. Con silencio. Estar fuera de casa me destroza. Casi tanto como estar allí. Ya entra otro. Me levanto. Asomo la cabeza desde la cortina. Este es gris. Va medio vacío. Como un fantasma.

Fin

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