
Ya escuchamos a mamá terminar. Cuando cierra el cofre donde guarda sus pendientes y sus colgantes y sus cosas es que casi ha terminado. No quiero irme. Miro a papá. Huele desde aquí. Su cara. Cuando es domingo y se afeita bien huele mucho a lo que se echa después. Al principio se pone rojo. Luego ya no. Huele mucho su loción desde aquí. Pienso en si querrá ir también. El documental está en lo mejor. En la batalla. Hace un rato, al principio, estaba lo aburrido. La gente triste. El dictador. Las fábricas. El humo largo negro. Subiendo como una lengua de las fábricas. Ahora están los soldados con las armas que sacan de esas fábricas. Los aviones. Los tanques. Cuento los tanques. Uno. Dos. Tres. La formación de tanques es de tres. No pueden ir más. Si van más se estorban. Lo dice la voz de hombre que habla en el documental. Que cuenta las cosas. El conductor del primer tanque sale. Se baja. Estira las piernas. Dice que es cansado. Las piernas se cansan, dice. Hay que andar un poco. Bajarse y andar. Sobre todo cuando reponen combustible. Papá se frota debajo de la barbilla. Hemos cazado ratas hoy, dice el hombre. Se escondían en un pueblo. En la iglesia de un pueblo. El cura las escondía. Aunque el cura dijo que no escondía nada, dice el conductor de tanque. Del primer tanque. Los bidones están vacíos. Ya se mueven otra vez. El hombre dice que por las noches, que algunas noches, no puede dormir. Que tiene que andar. Por toda la casa. Se sube. Como si se subiera a un árbol. Ruido de motores. Ya. Se van. Ahora empiezan las imágenes de la batalla. Papá se frota encima de la garganta. Mamá viene. Dice que apaguemos. Que son las siete casi. No quiero ir a misa. Miro a papá. Coge el mando de la tele. No la apaga todavía. Ahora está el bombardeo. Los tanques disparan desde lejos. Desde una colina. A la ciudad. Donde hay otros tanques. Pienso en las piernas del conductor. Pienso en misa. En el banco de misa. Las rodillas me duelen. No sé por qué vamos a esa iglesia. No tiene nada para las rodillas. Solo madera. Madera dura y marrón y fría. El tanque respira por detrás. Humo gris. Mamá se ha puesto el bolso. Eso es que nos vamos. Papá apaga. Huele a su loción para el afeitado todo el salón. Bajamos. Dos perros se ladran en la puerta de casa. Negros. Roncos. Los hocicos brillan. Los dueños tiran de las correas. Cada uno hacia un lado. Los perros empujan. Uno contra otro. Como odiándose. Se siguen ladrando. Desde lejos.
Fin