
La misa de la tele no ha terminado aún. Es gracioso. Verla. Ver cómo el sacerdote dice eso de daos la paz. Y la gente se la da. Los bancos se mueven. Hormigas. Como hormigas. Se mueven y se tocan. Unos con otros. Con los de al lado. Con los del banco de detrás. Se dan la mano o se abrazan o se dan un beso. El sacerdote mira. Las velas se derriten. Abro la cacerola. Muevo los garbanzos. La abuela nos llevaba cada domingo a todos. A la iglesia del pueblo. Quería que fuésemos todos. El tío G. estaba en su cuarto. La abuela lo llamaba. Pero no. Nada. Estaba siempre leyendo. No quería salir. Nos mandaba a alguno a su cuarto. A buscarlo. Pero nada. Y el abuelo se enfadaba. Subía él. Gritaba. Gritaban. Se gritaban. Pero nada. Nada. Se enfadaba porque el tío G. estaba siempre encerrado. Leyendo. Tumbado. Leyendo o tumbado. Con sus libros raros, decía. No quería salir. No quería ir a misa. Y nos íbamos sin él. Están comulgando ahora. Todos arreglados. Bien arreglados. Como la abuela quería que fuésemos. Mamá me peinaba. Me estiraba el pelo mojado. Para que quedara bien. Bien. Como el del primo A.. Abro la cacerola. Pruebo el caldo de los garbanzos. Sal. Falta sal. A J. le gustan salados. Empujo con la cuchara el hueso de jamón. Lo hundo. Flota otra vez. Miro los garbanzos. Pienso en el tío G.. Cuando murió la abuela, pintó su cara. Quiso quedarse un rato con ella. Solos. En el cuarto. Con las flores. Con las velas. La pintó y se fue. No vino al entierro. Mamá y la tía se enfadaron con él. Con su hermano.
Fin