
A lo mejor hay que decir algo. No lo sé. Nadie dice nada. Nadie habla. Miran. Miramos. No sé por qué he entrado. He entrado para verlo. Solo un poco. Solo un segundo. Verlo y salir. Eso he pensado antes. Antes de entrar. Hay velas. Es lo primero que he visto al entrar. Antes que al tío G.. Las velas. Como un ojo. Mirando al lado de la cama. Sucias. Arrastrándose. Mirando por el tío G.. Con los ojos cerrados. Tocando la cama. Las sábanas. ¿Tocando? Tiene la cara extraña. Se la han dejado extraña. No es la suya. ¿Cómo era?
Miro a los primos. Al primo A.. A la tía. A papá. A lo mejor también lo piensan. Miro. Parece que lo piensan también. Lo de la cara del tío G.. Tan extraña. También la tía L. parece otra. Y el primo. Y papá. Sí, todos parecen extraños. Cambiados. Como cambiados. Mirando así la cama. Cansados. Mirando al viejo cansado. Cansándose. No sé por qué he entrado. No sé qué decir. A ratos me parece que con mirar basta. Que mirar y que te vean mirar es bastante. Y estar callado. No saber qué decir. Parece que con eso es bastante. Como las velas. Como el tío G.. Muerto. Muerto. Parece que desde siempre. Siempre tan viejo. Tan enfermo. Las piernas. Los pulmones. La barriga. Siempre. Siempre. Se me ocurre que siempre han estado esperando a que pasara. También yo. Siempre lo hemos esperado. Lo de las piernas. Y después de lo de las piernas lo de los pulmones. No, después no. Antes. Cuando tuvo lo de las piernas ya esperábamos otra cosa. Lo de los pulmones. Y cuando lo de los pulmones otra cosa. Las tripas. Escondido. Era como si lo tuviera todo escondido. Como si lo tuvieran preparado. Como si tuvieran hablado cuándo, cómo salir. Esperando. Siempre esperando. Me parece que lo metieron en su cuarto para esperar. Para que esperara. Para lo de las piernas y lo de los pulmones y lo de las tripas. Para que llegara todo. Para el final. Miro las manos, grandes, cansadas. El tío G. siempre estaba en el campo. Los primos merendaban en casa. Con su madre. Esperando que volviera. Tardaba. Hablaba de la iglesia. En el bar. Volvía y hablaba de la iglesia y de ayudar a construir la nueva cruz. Ya. Nos vamos. Ya. Ya se lo llevan. Nos vamos. En la puerta lo pienso otra vez.
No sé cómo era su cara.
Ya. El coche sale como puede de la calle de la iglesia. En la esquina da por un lado. Todo es estrecho. Se caen flores de una de las coronas. Dos o tres.
Fin