Los tristes

Armonía en azul y plata, por James Abbot McNeill Whistler. Año 1.865.

Los tristes

Algo de frío. Sí. En el pasillo de las ensaladas. Ya preparadas. Cortadas. Lavadas. Cojo la que tiene el plástico más duro. Me parece que estará mejor. No sé por qué. La cojo. Me giro. Siempre me parece que habrá alguien mirándome. Pero no. Hay gente. Como yo. Cogiendo algo para cenar. Otro sábado. Otra noche. Mirando también. Mirando si alguien les mira. Pero no. Me parecemos tristes. Uno que lleva ropa de cartero me recuerda al tío G.. Cuando murió, el primo A. quería quedarse su uniforme. No le dejaron. Había que devolverlo. Pero en el pueblo todavía era costumbre ponerse la ropa del muerto. Un año. El varón más próximo por descendencia tenía que vestir su ropa pero no le dejaron. Había que devolver el uniforme a la oficina de correos. La abuela le hizo uno. Todavía cosía. Le hizo un traje muy parecido. Con el escudo también. El primo A. lo llevó casi siempre. Ese año.

Fin

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