Abril, 2, tarde. Cuando termine de llover, pienso, saldré a pasear. Saldré a pasear cuando termine de llover. Me gusta cómo se queda el aire. Respirar. Huele a limpio. La gente sale también. Algunos a buscar caracoles. Y a cogerlos. A buscarlos y a cogerlos. En esta época. Me gusta mirarlos. Cómo se agachan. Cómo buscan y cogen y llenan sus bolsas. A lo mejor piensan como yo. Mientras llueve aún. A lo mejor piensan: cuando termine de llover, saldré. Ayer llovió también y salí también. Pensé en salir mientras llovía aún, en salir cuando terminara de llover, y salí, terminó de llover y salí. Y vi un caracol. Roto. Contra la acera En un trozo de acera cerca de la hierba ya. Del parque. ¿Estaría regresando a lo verde o saldría de él? Lo pensaba cuando lo vi. No, no cuando lo vi: al poco de verlo. Cuando todavía parece que lo estás viendo. Lo que sea. Cuando te alejas y lo sientes en la nuca y parece que tienes ojos detrás y que todavía ves lo que sea. A lo mejor el animal lo pensaba también. De algún modo. Lo de la lluvia y lo de salir. A lo mejor se decía: cuando termine de llover, salgo. Y salió.