Ahora duerme

Flandern. Pintura por Otto Dix. Año 1.934.

Huesos, piel, trapos. Miro la cama de la abuela. No es distinta de las otras camas. Habitación cuatro dos siete. Al final del pasillo. Cuando vengo a verla tengo que pasar por todas las otras habitaciones. Por todas las otras camas. Uno mira. Mira y ve huesos, piel y trapos. Mezclados. Blanco, gris, verde pálido. Como una bandera. El abuelo tenía siempre sus álbumes en la mesa. Con fotos de la guerra. Con muchachos y con armas y con banderas. Una vez mandó una carta al periódico. Para poner un anuncio. Compraba uniformes. Uniformes viejos de soldado. De un bando únicamente. No se lo publicaron. Quería poner su anuncio de compra de uniformes pardos y no se lo publicaron. Escribió otra carta. Para quejarse de que no le publicaran. Miro la cama de la abuela. Los barrotes de hierro. ¿Estarán fríos? No quiero tocarlos. No quiero tocar nada. Hay cables por el suelo. Salen de detrás de la cama. De los aparatos. Llegan hasta los pies. Como serpientes. No quiero tocar nada. Cuando uno viene, cuando uno pasa por el pasillo, los ve asomar también. De las otras habitaciones. Y piernas. Y gente a los pies de esas piernas. Gente que está sentada. Que no se mueve. Que espera. Como mamá. Dice que hoy la abuela ha hablado. Que ha bebido agua y que ha hablado. Cuando muera, ponedme guapa. Algo así ha dicho, dice mamá. La miramos. Ahora duerme.

Fin

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